Beber agua: el superpoder que olvidamos tener

Salud

Vamos a empezar con una verdad universal, que todos conocemos, pero que nadie parece aplicar: el agua es vida. Pero, espera, ¿sabías que no solo es buena para tu piel o para mantenerte hidratado después de un entrenamiento? La verdad es que el agua tiene el superpoder de mantener todo en equilibrio dentro de tu cuerpo, y a veces ni nos damos cuenta de que lo estamos ignorando.

Imagina esto: estás sentado en el trabajo, con un café en mano, mirando la pantalla del ordenador, y de repente sientes que no puedes concentrarte. Te duele la cabeza, estás cansado, incluso un poco malhumorado. ¿Y sabes qué es lo peor de todo? Que probablemente no te das cuenta de lo que está pasando. La respuesta no es magia ni un descanso de 20 minutos, sino algo mucho más simple y gratuito: agua. Así es, el remedio de todo mal a tu alcance, ¡y a veces ni lo reconocemos!

Tu cuerpo tiene un sistema de alarma que te dice «¡Oye, necesito agua!», pero a menudo no escuchamos. Y cuando nos damos cuenta de que algo no va bien, ya es tarde. ¿Sabías que la sed es solo el último aviso? Si esperas a tener sed para beber, es porque ya llevas un rato sin abastecer a tu cuerpo. Y claro, ahí es cuando tu energía empieza a disminuir, tu concentración se va de vacaciones y empiezas a preguntarte si alguien te robó el buen humor. Pero no, lo único que te robó fue un vaso de agua.

Es como cuando tienes un coche y dejas que se quede sin gasolina. Al principio, el coche sigue funcionando, pero después te da ese temido «bip bip» de advertencia. Tu cuerpo hace lo mismo. Y tú, como buen conductor de tu vida, deberías saber cuándo poner la gasolina (perdón, agua) antes de quedarte tirado en medio de la autopista.

Ahora bien, ¿Qué pasa si ignoras ese «bip bip» de la sed? Pues empiezas a sentirte un poco como un cactus. ¿Te imaginas un cactus que dice “No, gracias, no quiero más agua”? Claro que no. El cactus se mantiene ahí, firme, pero sin reservas, como esos días en los que te preguntas por qué tu mente se siente más desértica que nunca. Pero, ¿y si solo le dieras agua? La diferencia sería abismal. Un pequeño gesto, un vaso, y podrías ver cómo tu cuerpo comienza a funcionar como un reloj.

Así que, la próxima vez que notes que tu concentración está en modo “offline” o que te duele la cabeza sin razón aparente, antes de pensar que has sido abducido por una fuerza maligna, intenta esto: un vaso de agua. No pasa nada si no tienes sed, no tienes que esperar a que tu cuerpo te ruegue. Hazlo por ti, por tu cerebro, por tu energía. Un sorbo a la vez. El cambio es más grande de lo que crees, y todo empieza con ese pequeño pero poderoso paso: beber agua.

Así que, ¿Qué estás esperando?

¡Tu cuerpo te lo agradecerá!